¡Hola investigadores!
Como ya os comentamos en la
entrada en la que nos presentábamos, somos un grupo compuesto por cinco chicas,
las cuales trabajamos de forma cooperativa con la intención de conseguir
nuestro objetivo: aprender a llevar a cabo un correcto proceso de
investigación.
Sin embargo, el trabajo en
grupo, en ocasiones, se plantea como una situación difícil de lidiar ya que,
por norma general, el grupo está compuesto por miembros cuyas personalidades y
métodos de trabajo suelen ser muy heterogéneos. Esto provoca que solamos
encontrar diferentes perfiles de personas cuyo desempeño a la hora de realizar
dicho trabajo es muy diferente. Y es precisamente sobre este tema sobre el cual
queremos hablaros en esta ocasión.
Durante una de las sesiones
en el aula, la docente de la asignatura nos planteó una serie de cuestiones
relacionadas con la lectura de un artículo titulado: Cómo enfrentarse a los jetas y a los mantas de B. Oakley, R. M.
Felder, R. Brent y I. Elhaij. Dichas cuestiones hacían referencia a los
perfiles (persona manta, jeta o implicada)
con los que nos identificábamos cada una de nosotras a la hora de
afrontar un trabajo en grupo; así como con lo relacionado con la gestión de
situaciones en las que, cada una de nosotras, nos encontrábamos con personas
con perfiles característicos de jeta (no existe implicación alguna en el
trabajo y lo delega a sus compañeros) o manta (un perfil en el que existe una
pequeña implicación para/con el trabajo pero que no acaba de asumir la
totalidad de la carga de trabajo que le corresponde) a lo largo de nuestra
etapa formativa.
En cuanto a los perfiles con
los que nos identificamos, todas y cada una de nosotras nos consideramos
personas implicadas en el desempeño de las tareas grupales, intentamos ser lo
más organizadas posible y dar lo mejor de nosotras para conseguir el objetivo
común del grupo. Aunque también somos conscientes de que no siempre tenemos los
ánimos y las ganas suficientes para realizar la tarea encomendada y atrasamos,
de forma más o menos consciente, su realización. Sin embargo, por el compromiso
que nos une de tener éxito en nuestra tarea, lidiamos con esas perezas que nos
sobrevienen y sacamos el trabajo adelante, ofreciendo nuestro máximo desempeño.
Por otro lado, en cuanto a
cómo hemos gestionado las situaciones en las que nos encontrábamos, en nuestros
respectivos grupos, con los perfiles de persona jeta o manta, se han dado
situaciones dispares. Muchas de nosotras, ante estos perfiles, preferíamos
tragar y asumir la responsabilidad de la tarea con tal de poder presentar un
buen trabajo. Sin embargo, otras gestionaban la situación de una manera u otra
dependiendo de si les unía lazos de amistad con la persona que se desentendía
de la tarea. Si existía una relación de amistad, solían actuar de la misma
manera mencionada anteriormente, en cambio, si dicha relación no existía hablaban
con la persona, estableciéndola unos límites con los cuales la dejaban claro las
consecuencias que le traería su falta de responsabilidad.
Como hemos podido comprobar,
el trabajo en grupo no es una tarea liviana ya que pueden darse diferentes
circunstancias en las que aparezcan una confrontación de pensamientos,
actitudes…entre cada uno de los miembros del grupo que hagan peligrar la
consecución del objetivo último que se busca. Sin embargo, a pesar de ello, consideramos
que este tipo de tareas grupales son beneficiosas, ya no solo porque gracias a
ellas obtenemos un conocimiento más rico (fruto del consenso y la reflexión
conjunta) sino, también, porque aprendemos a mejorar nuestras habilidades
interpersonales.
A pesar de todo, somos
conscientes de que todavía nos queda mucho por aprender, pero estamos seguras
de que aprenderemos a tener mayor firmeza con las personas con perfiles más
conflictivos dentro de los trabajos grupales, gestionando las situaciones de
una manera en la que exista un beneficio real para todos los componentes del
grupo.
Y, a todo esto, ¿cómo han
sido vuestras experiencias a la hora de trabajar en grupo?
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